¡Buenos días!
Otro jueves más que empieza, y con él, el comienzo del fin de semana para los más, más optimistas. Y para los más pesimistas, ¡la recta final de una semana que no parece llegar nunca a su fin!
Con este mal tiempo a veces da pereza salir de casa, y en tardes aburridas sin nada interesante que hacer, a mí me da por revolver la casa y sacar del baúl de los recuerdos cosas que no utilizo, para ver si puedo darles uso y que así parezca que mi armario es mucho más amplio. Y por eso hoy os traigo un post sobre el armario de la abuela.
Es una verdad universalmente conocida que todas tenemos o hemos tenido dos abuelas. Y éstas fueron jóvenes durante el pasado siglo XX. También se sabe de sobra que ya no se inventa nada nuevo, y que tras unas cuantas décadas de extravagancia y novedad, ahora recuperamos la moda del siglo pasado como algo nuevo, de moda, del momento. Lo más in es lo más out a ojos de nuestros mayores, pues para alguien que fue joven en 1960, ahora le resulta bastante raro que esté de moda su ropa vieja.
Pues bien, como nosotros no fuimos jóvenes en 1960, vamos a disfrutar de esa ropa vieja, que para nosotros es la novedad y, para mi particular gusto, lo más bonito. Ya sabéis que soy bastante clásica.
Como las palabras antiguo y anticuado tienen significados bastante peyorativos si hablamos de moda, ya que resultan pasados de moda, valga la redundancia, el término que se utiliza más frecuentemente para referirse a esas prendas y/o complementos que se han heredado es vintage. Cada persona lo pronuncia a su manera, así que no os preocupéis si dudáis al hacerlo.
Lo primero que os muestro de mi colección vintage son dos items heredados de mi tía. La gabardina y el bolso de piel de Ubrique. Ambos dos tienen alrededor de veinticinco años, pero como podéis observar, son completamente atemporales.
La gabardina es genial, siempre me la pongo cuando llueve, es decir, el 80% de los días que salgo de casa. Es amplia, así que en los meses de invierno la puedo llevar perfectamente con un jersey de lana gorda. Y en verano, es fresca si llevo ropa más fina, aunque sigue protegiéndome de la lluvia.
El bolso es más pequeño por dentro de lo que parece por fuera, pero aún así es lo suficientemente espacioso para que sea un complemento cómodo y bonito al mismo tiempo.
Y paso del armario de la tía al armario de la abuela. Estos dos bolsos han llegado a mi colección hace muy poquito. Mi hermana los tenía guardados y, como os he dicho al comienzo de este post, un día decidió darles uso.
El blanco es un bolso acolchado con cadenas de la década de 1970, aproximadamente. El negro puede que fuese de la década de 1960, a juzgar por el estilo. Si fusionásemos ambos bolsos, obtendríamos algo muy parecido al 2.55 de Chanel. Pero, no sé si por suerte o por desgracia, los modelos por separado distan mucho de esa pequeña joya de los complementos.
Termino con los complementos de la abuela con estas cuatro reliquias. Un monedero, tres anillos, y un broche.
El monedero prefiero conservarlo como oro en paño. No creo conveniente darle uso, porque los monederos andan de un lado para otro dentro de los bolsos y no se tiene mucho cuidado con ellos; nadie presta atención a la manera en que un monedero está guardado. Además, ese modelo de monedero me inspira más bien admiración, como si se hubiese creado simplemente para ser un adorno.
Los anillos, sin embargo, sí que tienen cabida en mi día a día, aunque son tan especiales y preciosos que prefiero usarlos en contadas ocasiones, no cotidianamente.
Si alguna está interesada en el esmalte de uñas, es el 345 de KIKO. Una forma low cost de hacerte con el Nouvelle Vague de Chanel.
Y termino aquí este post sobre moda y complementos vintage. Espero que os animéis a rebuscar por casa o a preguntar a vuestros mayores por prendas y accesorios que tengan guardados sin intención de darles uso alguno. Llevaréis algo único en este momento y os aseguro que lo vestiréis con un cariño especial.
Nos vemos el lunes que viene, ¡que tengáis un buen fin de semana!
Midnight Wendy ♥ 
